Por la mañana les había prometido que las íbamos a hacer, pero por unas cosas y por otras se nos echó la hora de comer encima, y según terminamos de comer, les propuse hacerlas, Luisete, el mayor, prefirió irse con su padre a jugar, así que me quedé con el "pinche pequeño" de ayudante.
Corté un papel de horno en varias partes, preparé los palos de brocheta, cortándolos al tamaño que me pareció adecuado, y los repartí por las tiras de papel. En uno cacharrito troceé media tableta de chocolate negro que tenía, y en otro puse un buen puñado de pepitas de chocolate blanco valor para fundir, que compré hace tiempo, sabiendo que lo usaría un día u otro, jeje. Y mientras estaban en el microondas, preparé los sprinkles (los adornitos de azúcar y chocolate) que tengo, para decorar las piruletas.
Una vez derretidos los chocolates, fui haciendo pequeños círculos con una cuchara encima de cada palito, y cuando terminé con todos los palitos, Pablo entró en acción. Llevaba un rato pidiéndome probar el chocolate, con su mirada pilla, intentaba meter el dedo en alguno de los círculos que ya había hecho... y por fin llegó el momento... le teníais que haber visto chupa que te chupa en los cacharros rebañando los restos, acabó de chocolate hasta las cejas, jajaja.
Pero no os creáis que Pablo solo ayudó a rebañar, después de dejar los cacharros casi como los saqué del armario, entre los dos nos dedicamos a colocar adornos a las piruletas, virutas de chocolate a unas, virutas de caramelo de colores a otra, perlitas, confeti de azúcar, chocolate derretido blanco en la de chocolate negro y viceversa.
Así quedaron nuestras piruletas
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